Hace algo más de diez años que en una formación de psicoterapia escribí esta frase con el fin de elaborar lo que para mí era un “lema psicoterapéutico” y a día de hoy continúo considerando que es una cita que refleja lo que rige mi trabajo como psicoterapeuta: facilitar el proceso de autoconocimiento y de desarrollo personal, de crecimiento interior; pues sea cual sea el motivo que nos lleve a una consulta de psicología (a veces es una ruptura, situaciones problemáticas en la familia, en el entorno laboral, ansiedad…) y sea cual sea la edad que tengamos, mirar hacia nuestro universo interior nos lleva a la raíz de aquello que nos sucede. Trabajar junto con nuestro/a psicoterapeuta sobre nuestros pensamientos, creencias, emociones, temores, traumas, incluso sobre aquellas cosas de las que nunca hemos querido hablar, es una oportunidad que nos damos de cambiar el rumbo hacia un mayor bienestar, hacia una mejor relación con nuestro entorno y por supuesto, con nosotros/as mismos/as, con nuestra vida interior.
Somos las personas con quien más tiempo vamos a pasar nuestra vida, de hecho, somos la única persona que permanecerá con nosotros/as mismos/as toda nuestra vida, pero no siempre nos damos el lugar que merecemos, tanto que en muchas ocasiones podríamos decir que no nos conocemos bien. Sabemos sobre nuestros gustos, sobre nuestras rutinas, nuestros sentimientos… pero no siempre conectamos verdaderamente con aquello que somos y deseamos. Nos cuesta identificar cuáles son realmente nuestras preferencias, y desprendernos de las rutinas y de inercias, pues sucede a veces que nos forjamos una imagen, una idea de nosotros mismos equivocada, fruto de lo que se supone que nuestro entorno espera que hagamos y cómo seamos (y también fruto de lo que suponemos que nuestro entorno espera de nosotros/as) un rol que tenemos asumido y que no siempre cuestionamos, pero ¿qué es lo que queremos verdaderamente?, ¿quién y cómo es esa persona que soy yo y qué quiero de la vida?
Ocurre con mucha frecuencia que esto de que somos la persona más importante en nuestra vida se nos olvida e incluso “nos permitimos el lujo” de no escucharnos, de no tratarnos bien, de no cuidarnos todo lo que necesitaríamos. Para comenzar a poder darnos los autocuidados que requerimos y aceptarnos como somos, primero hemos de conocernos en profundidad, hecho que nos puede asustar. Es cierto que se trata de un trabajo interno que tiene luces y también sombras, puesto que en muchas ocasiones es doloroso contactar con aspectos de nuestra vida y de nuestra forma de ser que nos generan malestar; pero sólo desde la aceptación y comprensión de esos aspectos podremos ser capaces de mejorar y de cambiar. El psicólogo Carl Rogers lo reflejó en esta conocida cita: “La paradoja curiosa es que cuando me acepto tal como soy, entonces es cuando puedo cambiar”.
Mi trabajo es acompañarte y ayudarte en este viaje de desarrollo personal, en el que podremos trabajar para lograr que seas la mejor versión de ti mismo/a, pues conocernos y comprendernos desde una actitud responsable nos aporta una solidez interior que nos permite vivir con mayor autenticidad y plenitud desde la que podemos aprender y crecer cada día. Por todo ello creo firmemente que este proceso de autoconocimiento es un “viaje” que te lleva muy lejos, pues te abrirá puertas que sólo tú puedes abrir: darte el lugar que requieres, escucharte, sanar heridas y así poder desplegar todo tu potencial. Carmen del Castillo